La crítica de «Ocio y más Madrid».
No nos extraña el inmenso éxito de “Burundanga”, que actualmente se representa en el Teatro Maravillas. Las cifras hablan por sí solas convirtiendo a esta obra -dirigida por Gabriel Olivares– en un clásico de la comedia española: novena temporada y más de 1 millón de espectadores.
“Burundanga” vuelca en nuestra “cerveza” una dosis de hilaridad y carcajadas difícilmente de encontrar en los escenarios madrileños, con diálogos sarcásticos y endiablados, con un ritmo frenético que nos hace llorar de risa literalmente. El divertimento se convierte en su seña de identidad desde la primera frase con un ingenio y unos vuelcos en el guion inesperados -que no vamos a desvelar- cuyo autor es Jordi Galcerán.
A todo este contribuye un elenco que cuenta con actores que llevan desde el estreno junto con otros que se ha incorporado en las últimas temporadas.
Eloy Arenas (Jaime) encadena una sucesión de frases acertadas con las que logra una complicidad total con el público asistente gracias a su impecable talento.
Ariana Bruguera, en el papel de Silvia, es quien atesora los momentos más celebrados, con una gestualidad inspiradísima, mostrándose alocada y tronchante.
Rebeka Brik (Berta) responde con eficiencia a la cascada de acontecimientos inesperados que trastocan su presente inmediato, que ponen su vida patas arriba. Un personaje por el que sentimos compasión y al que deseamos que encuentre la paz y el sosiego que tanto se merece dentro de la caótica sucesión de catástrofes en las que se ve inmersa.
Raúl Peña encarna a Manel de forma generosa, sin vergüenza, sin tapujos, con un dominio escénico apabullante tanto en su esfera “sobria” como cuando sucumbe a los efectos de la burundanga.
Guillermo Sanjuán como Gorka aporta un talante serio e impositor pero también tierno y “abrazable”, enlazando momentos de humor negro con otros más condescendientes que despiertan la simpatía del público.
Por todo esto, vaticinamos (y deseamos) una larga vida para “Burundanga” porque con su “vis cómica” y con su «chispa» nos desborda y nos arrolla con su atinadísimo sentido del humor que conecta con el espectador, con una trama que nos engancha y que no decae.