Juan Carlos Rubio escribe y dirige un nuevo éxito (¿cuántos lleva ya?; es leer su nombre y surge en nosotros la voracidad de ver cualquiera de sus montajes teatrales) en el que inventa el mágico encuentro entre Concha Piquer, Federico García Lorca y Rafael de León, interpretados por los monstruos escénicos que son Diana Navarro, Alejandro Vera y Avelino Piedad (valen para todo: cantan, bailan, recitan…).
Copla de la risa y el llanto
La copla es la gran protagonista de este drama cómico: este género musical -a veces tan denostado, aunque afortunadamente ahora tan reconocido y valorado- es la banda sonora de la risa, de la picardía, de la libertad, del dolor desgarrado, de la tragedia, de lo que se desea, pero que no se puede verbalizar claramente…
Tiernos debates
“Tatuaje” y “Ojos verdes” no son solamente canciones: los actores mantienen enternecedores debates en torno a ellas, desgranan sus letras, desvelan sus mensajes ocultos, se refieren al sentido estricto y literal de cada una de ellas… Cuestionan aspectos que nunca nos habríamos planteado pero una vez que las escuchamos en la voz de Piquer-Navarro nos dejamos llevar por la filigranas y mariposas de unas figuras vocales que la artista dibuja a su antojo en el escenario (parece tan fácil lo que hace… Y no lo es).
Compasión, nudo en la garganta…
“En tierra extraña” es también la antesala de una triste premonición que los protagonistas aún no conocen pero que los espectadores sí. En ese momento aflora en nuestro corazón la mayor de las compasiones y en la garganta un nudo desolador. Con esta obra aprendemos que la libertad se basa en compartir el mismo respeto, aunque no se tengan las mismas ideas. Gracias Juan Carlos por recordárnoslo.
“En tierra extraña” se representa en el Teatro Calderón del 5 al 30 de julio.