‘Aristócratas conversos’ aborda desde el brillante y sorprendente verso- y la rima adaptada a los tiempos actuales- el postureo de una clase social en decadencia que se conforma con aparentar. Que usa gel de aloe vera y consume surimi y sopa de sobre en vez de bogavante y vichyssoise.
José Andrés López de la Rica es el artífice de una comedia que nos refrescará hasta el 19 de agosto en el Teatro Fígaro de Madrid con un humor muy inteligente -no cae en lo fácil, y se agradece-, con unas interpretaciones sublimes dignas de nuestro reconocimiento.
Reparto con título nobiliario
Juan Carlos Martín borda con magna intensidad y profesional devoción el papel de mayordomo manchego, con porte british, que con su lectura de una carta conquistó a la platea.
Carlos Chamarro nos regala una interpretación magnífica de un marqués de marca blanca pero que vale su peso en oro gracias a sus ocurrencias.
Yolanda Vega, como vanidosa esposa de él, demuestra una memoria prodigiosa en cada frase que pronuncia, con entonaciones y gestos que acentúan el histrionismo -y la cursilería- que su personaje requiere.
Jesús Cabrero, uno de los actores con mayor fonogenia de la escena española, adopta el papel de villano marisabidillo, que se mofa de la presunta grandilocuencia de los marqueses, pero sale escaldado…
Mireia Zalve es la hija ‘pintora’ que nos transmite dulzura, solidaridad y bondad en cada una de sus intervenciones.
Y Álvaro Larreán es el trabajador hijo de los marqueses que se constituirá en el héroe-talismán y digno heredero del marquesado.
‘Aristócratas conversos’ merece nuestros elogios y recomendaciones, nuestros laudatorios comentarios, por el gran trabajo de ensayo que hay detrás, y se nota. Y por el mérito de recurrir al diálogo poético para provocar nuestra carcajada.