Trabajar puede ser interpretado como una ‘maldición divina’. Pero desde luego, con música se hace más asumible y llevable. Una de las canciones más emblemáticas y escuchadas de Luis Aguilé, cantante argentino que alcanzó notoriedad y fama en nuestro país, da título a esta entretenida comedia creada por Jaime Pujol y Diego Braguinsky -encargados del texto y de la dirección-, cuya composición y dirección musical corre a cargo de Víctor Lucas.
Los recordados con cariño y ternura ‘triunfitos’ Naím Thomas y Gisela encarnan a los personajes principales que sorprenden por una memorización magistral de los diálogos -a los que dotan de espontaneidad y credibilidad en cada una de sus frases- y por la potencia de sus voces a la hora de cantar.
José Montesinos, Ana Conca, Óscar Ramos, Pau Vercher y Mamen Mengó son el resto de actores que les acompañan en este divertido musical, aderezado por apariciones fantasmagóricas, corbatas de diseños y colores imposibles, líos, amor y mucha mucha música.
Talento, carisma y corbatas
El futuro incierto de una fábrica de corbatas es el punto de partida de una historia en la que el amor entre dos jóvenes tímidos nos hace despertar unos sentimientos de complicidad con ellos, con la sonrisa permanentemente en nuestra boca. Lucas, el empleado favorito del padre de Andrea, vive por ella y la adora. Él, para reflotar la empresa, participa en un programa de televisión de jóvenes talentos. Los dos, Gisela y Naím, están en su salsa y nos ganan al instante. Lo mismo nos pasa con los personajes del hermano, el amigo, los ladrones, la ‘coach/pitonisa’ (impagable el momento ‘Juanita Banana’): su talento y su voz reman a favor de obra, que consigue cruzar nuestra pasarela de la risa y triunfar en nuestro corazón.
100 minutos de puro entretenimiento
Caemos subyugados por la sucesión de acontecimientos, con brillantes interpretaciones en las que no tienen cabida el aburrimiento, siendo testigos desde la butaca de unos enredos hilarantes donde lo jocoso, y a veces lo burlón, son las notas características.
‘Es una lata el trabajar’ nos regala unos 100 minutos de puro entretenimiento, para nuestro deleite y sorpresa. Las risas entusiastas y los continuos aplausos dan fe de lo descrito y las renovadas canciones de Luis Aguilé -junto con otras completamente nuevas- seducen nuestro oído y cautivan nuestro gusto musical, con una calidad definida por la alta creatividad demostrada en la dirección musical. El diverso y atractivo crisol de voces cantadas se constituyen en auténticos hallazgos interpretativos, fruto del compromiso y la vocación que demuestran los actores. Por todo esto, recomendamos que no se la pierdan en el Teatro Reina Victoria de Madrid.