«Las guerras de nuestros antepasados», adaptación teatral de la novela del mismo nombre de Miguel Delibes -realizada por Eduardo Galán-, recoge tres conflictos bélicos (la Guerra Civil, la de África y la Carlista) que condicionaron la vida del padre, del abuelo y del bisabuelo de Pacífico Pérez, y también la suya.
Estos acontecimientos históricos hicieron mella en él, con una errónea intención casi didáctica y vital, convirtiéndole en un (buen) hombre que llega a asesinar sin sentido (¿acaso las guerras lo tienen?) y que se ve encarcelado por ese motivo.
El «Abu», el «Bisa» y «Padre» forjaron un universo lacerante y atormentado dentro de la ingenuidad casi pueril de Pacífico. A través de varias entrevistas del psiquiatra Burgueño conocemos la intrahistoria, los condicionantes y los hechos que marcaron el día a día del protagonista. La obsesión por las guerras de sus antepasados sustentan una mirada profundamente dolorosa. Los dilemas morales que se aprecian en el conjunto de la narración empapan las grietas de la locura colectiva que suponen las guerras.
Carmelo Gómez, interpretación ‘de premio’
Carmelo Gómez construye un «chocante» Pacífico magnánimo en toda la extensión de la palabra: es generoso, noble, bondadoso, altruista y desinteresado. Hasta el punto de sacrificarse y de callar verdades, con una resignación que al espectador le hace pensar en las grandes historias que han quedado pendientes de contar de «los vencidos».
Su interpretación pone de relieve el dominio interpretativo del actor leonés, que cuenta en su haber con dos Premios Goya. A cada frase y gesto, nos hipnotiza con su discurso, rezumando en cada palabra el acento hosco, repleto de sabiduría y bondad que reconocemos en los hombres de pueblo. En esta pieza teatral todo lo hace bien: hasta cuando tose, creemos que padece una cruel tuberculosis. Desde luego esta interpretación es merecedora de todos los premios.
Miguel Hermoso: aplomo y seguridad
Siempre nos sorprende gratamente el aplomo, la seguridad (y la fonogenia) de Miguel Hermoso (en teatro, en cine, en series). Como doctor Burgueño nos transmite la empatía y la compasión que siente por Pacífico. Expone las cuestiones exactas que el espectador quiere plantear desde la platea para conocer las vicisitudes del protagonista. Su habilidad juega un papel decisivo en el relato de los hechos, explorando el alma sin prejuicios ni intenciones punitivas. Su análisis se aparta de lo meramente científico para brindar desahogo, consuelo y salvación al preso, aunque esto último lamentablemente no lo consigue. Pacífico es un ser sensible, vulnerable, a veces incluso pusilánime, pero ello no eclipsa las virtudes y la verdad incontestable que el doctor conoce y registra en el magnetófono.
Alegato antibélico
«Las guerras de nuestros antepasados» constituye un alegato antibélico, vigente hoy en día más que nunca, con el objetivo de alejarnos de violentos comportamientos gregarios que conducen irremediablemente al caos, la destrucción, el sufrimiento y el dolor de inocentes que se convertirán, indefectiblemente, en verdugos y en víctimas.
«Las guerras de nuestros antepasados» se representa actualmente en el Teatro Bellas Artes de Madrid.