La crítica de «Ocio y más Madrid».

El Teatro de la Zarzuela acoge «Cecilia Valdés», comedia lírica en un prólogo, dos actos, un epílogo y una apoteosis, con música de Gonzalo Roig y libreto de Agustín Rodríguez y José Sánchez-Arcilla -basado en la novela “Cecilia Valdés o la Loma del Ángel”, de Cirilo Villaverde- que fue estrenada en el Teatro Martí de La Habana, el 26 de marzo de 1932, .

El color, los bailes y la alegría se combinan con cierta mordaz ironía con el folletín, el drama, la tragedia y la reivindicación. El machismo y el racismo son aspectos destacados que se retratan en un argumento en el que la pérdida de la lucidez (y de la esperanza) hace mella en sus principales protagonistas.

Cuando a Charito, una mestiza pobre, le arrancan sus entrañas, su Cecilia -fruto de un romance prohibido con un hacendado español-, cae presa de un hondo dolor. Este episodio conflictivo sirve de punto de partida para historias de amor y desamor, de celos, de traiciones y de muerte.

El espectador desarrolla un sentimiento de compasión ante las injusticias sociales que se suceden en la escena. Las exquisitas coreografías trasladan la esencia una Habana colonial escenario de grandes pasiones, anhelos, sueños y batacazos y decepciones.

Cecilia Valdés crítica los excesos e injusticias de una época, con situaciones en ocasiones divertidas, graciosas, ridículas y grotescas, con personajes que encarnan arquetipos y estereotipos reconocibles (la sufrida madre, el capataz hosco y desconsiderado, la amante ingenua que se ve abocada a un final trágico, el hijo repleto de defectos y de avaricia y dinero…) conduciéndonos a un contexto reflexivo y analítico de las luces y sombras de la Cuba colonial con un desenlace apoteósico que cierra perfectamente el argumento.