‘El secuestro’ nos brinda una fresca, divertida e hilarante comedia teatral en el Teatro Lara, perfecta para el deleite del espectador en los calurosos días veraniegos en Madrid.
Escrita y dirigida por el polifacético Fran Nortes, la obra recoge un conjunto de tópicos apegados a la realidad de una España que se desangra por una corrupción política (y no política) que copa los titulares de los periódicos. Paradójicamente, pero por otros motivos loables, los protagonistas aspiran a ser portada de ‘El País’.
Historia empática
El punto de partida es una historia dura, con la que es tremendamente sencillo empatizar: Paco es un carnicero cincuentón, con una hija pequeña, cuyo futuro laboral llega a su fin por culpa de la especulación y los chanchullos. El mercado en el que trabaja cierra para ceder sus terrenos a constructoras avariciosas que lo devorarán sin importar a nadie cómo sobrevivirán las familias a partir de ese momento. Su desesperación le llevará a secuestrar al hijo del ministro responsable de la clausura, implicando sin querer -pero afortunadamente para los espectadores- a su hermana y al marido de ésta.
El carnicero y sus cómplices
Carlos Chamarro encarna magistralmente al desdichado Paco, el carnicero que intenta convertirse en un superhéroe. La ira desesperanzadora, el deseo por un mundo mejor y la frustración que le provoca el triunfo de la injusticia destilan en su interior el prototipo de un ser humano tierno con sentimientos a flor de piel, en plena ebullición. Imagina que sus planes saldrán bien, conmoviendo al espectador.
El actor talaverano Leo Rivera interpreta a su cuñado, Manolo, un acróbata del lenguaje y del absurdo, dando muestra nuevamente de un sabio control de la entonación adecuada en cada frase. Una creatividad apabullante que abarca desde el ‘marido calzonazos’ hasta el cuñado ‘cunadísimo’, que de todo alardea, y de nada sabe. A medida que la comedia avanza en sus 75 minutos de duración, Leo Rivera crece arrasando en cada gesto y frase y se desenvuelve con una soltura hilarante.
Nos provocó una ilusión tremenda ver a Diana Lázaro (fuimos fans de ‘Menudo show’, la versión infantil del programa de talentos de ‘Menudas estrellas’, presentada por ella en 1995) en el papel de hermana de Paco. En diversos momentos se ganó los mayores aplausos del público con sus frases lapidarias, erigiéndose en líder del comando secuestrador. Ella es una mujer con recursos, sin remilgos, tremendamente inteligente, articulando la actriz una interpretación cómica ligada a un ritmo endiablado que no decae durante la representación.
El secuestrado y su padre
Óscar Lasarte es el secuestrado, que esconde muchos más secretos de los que pensamos… Según le vamos conociendo, pasamos de la compasión que nos produce las situaciones en las que se halla inmerso, al máximo desprecio cuando descubrimos que nada es lo que parece. Un personaje con distintas lecturas que contribuye notablemente a la comicidad de la obra.
Carlos Heredia, como ministro, nos trae a la memoria la amplia hemeroteca de políticos corruptos de la historia reciente de nuestro país. Su discurso nos suscita una risa congelada, ajena a lo surreal y a lo absurdo, sino todo lo contrario. Sus tejemanejes afloran en nuestro interior las críticas más contumaces, mitigándolas a favor de la risa y la diversión que en ese momento sentimos y que constituyen la esencia de «El secuestro».











