La crítica de «Ocio y más Madrid».
“Drácula, biografía no autorizada” es una atrevida adaptación muy personal de Ramón Paso sobre el conde “chupasangres” que se representa actualmente en el Teatro Fernán Gómez. Se agradece que sea posible diferenciar la parte del guion que bebe sus fuentes de la literatura y de las películas que han llevado al cine esta obra, de aquellos fragmentos inventados que buscan sorprender al espectador, con un lenguaje puramente teatral que se ve enriquecido por una brillante iluminación: esta acentúa los momentos de luz y sombra, de intensidad dramática, de terror, pero también de hilaridad y jocosidad.
“Drácula, biografía no autorizada” plantea un miedo: el de la vida eterna. A ello se suma una sensualidad a flor de piel, un erotismo a punto de estallar, sutil pero lo suficientemente poderoso como para convertirse por sí mismo en un personaje más de la obra. Ambos elementos orquestan feroces diatribas en contra de la inmortalidad y el libertinaje y la amoraliad.
Otro punto muy acertado del montaje es no haber escatimado en el número de actores que encarnan los diferentes personajes: Jacobo Dicenta, Ana Azorín, Juan Carlos Talavera, Inés Kerzan, Ángela Peirat, Jordi Millán, David DeGea, Ainhoa Quintana, Lorena de Orte, Guillermo López-Acosta y Laura de la Isla. Se nota el ensayo, la pasión, el compromiso con un texto inquietante y espeluznante, a la par que cínico y con gotas de humor.
“Drácula, biografía no autorizada” tumba mitos y falacias, refuerza creencias y ofrece jugosas contribuciones novedosas desde la honestidad, sin tergiversaciones, recordándonos que los vampiros están más vivos que nunca, que su sed de sangre no cesa, y que habitan por siempre en las cavernas del imaginario colectivo del miedo.