La crítica de «Ocio y más Madrid».

Foto: Javier Naval.

Larga vida para “La función que sale mal”. El emblemático Teatro de La Latina acoge este espectáculo. Desde la época de la grandísima Lina Morgan no recordaba una obra que llevase tanto tiempo en este recinto. Y es un gusto ver una representación que con su desarrollo -estudiadamente caótico- despierta las carcajadas del respetable, “como el sonido de una bici frenando”, en algún caso, tal y como describió acertadamente uno de los actores.

Londres, Broadway… Y ahora Madrid. Este montaje llegó precedido de un inmenso éxito que se ha replicado en la capital. La representación de una obra de misterio, con los clichés clásicos, por parte de un grupo de teatro amateur, constituye el hilo argumental. La escenografía desempeña un papel fundamental con una puerta que se erige en otro protagonista más.

El reparto coral funciona a la perfección, encarnando cada uno de los actores un rol caricaturesco singular y pintoresco. Los enredos, las confusiones, los tortazos, golpes, caídas y desmayos suscitan la simpatía y las risas del público, ganándose su afecto. La acción desarrollada nos lleva por el camino de la perplejidad esperando expectantes cuál será la nueva sorpresa y cómo se resolverá el barullo sin que haya heridos.

“La función que sale mal”, con su ritmo acelerado y delirante, no da opción al tedio ni al aburrimiento. Esta comedia entusiasta y alocada nos proporciona un disfrute hedonista gracias a la entrega y a la ilusión de sus intérpretes, una comedia en la que las risas encadenadas (y José Luis Perales) son su banda sonora, deleitándonos con 2 horas de puro entretenimiento.